viernes, 14 de marzo de 2014

Puré

Estoy enfadada conmigo misma, pero tanto, tanto, tanto, que ni me hablo.
He hecho una cosa mal, sabiendo que estaba mal y obviamente ha sido un fracaso.
No es que estuviese experimentando, no es que me hallase haciendo pruebas, no es que quisiese ensayar nada. Es que el ángel que cohabita en mi cabeza fue superado por su vecino el diablo.
Os explico, tenía que hacer un puré de patatas enriquecido con yema de huevo y queso parmesano. ¿Suena bien verdad? Bueno, sigo que me desvío del tema.
A continuación debía rellenar una manga pastelera, ponerle una boquilla estriada y crear unos clásicos rosetones. Hornear para que se dorasen un poquito y servir como guarnición.
¿Qué fue lo que falló? una vez más la respuesta es: mi escasa serenidad. Es verdad que tenía poco tiempo, es verdad que a mi equipo le faltaba un miembro, es verdad que estaba nerviosa pero nada justifica que triturase las patatas con la batidora, nada perdonará que teniendo conocimientos suficientes para saber que así no se hacen las cosas lo haya ejecutado así. Todo acto tiene sus consecuencias, éste trajo consigo una presentación del plato mediocre y una autoflagelación que me durará unos cuantos días. Una cosa está clara, la próxima vez que tenga que emplear el pasapurés no voy a dudar ni un segundo.

1 comentario:

  1. Me imagino tu enfado contigo misma, dado que es una simpleza lo que te ha ocurrido, pero claro....... Dado tu perfeccionismo no me extraña nada. Serenidad y olvidarlo.

    ResponderEliminar