martes, 28 de enero de 2014

El tiempo pone y quita razones

Abril, año 1982. Yo tenía unos 7 años, ese fin de semana había ido con mis abuelos al pueblo, me encontraba correteando por el prao cuando descubrí un árbol precioso, me estiré todo lo que pude y arranqué una de aquellas flores blancas que lo tenían tan engalanado. Se la llevé a mi abuela para que se sorprendiese con su belleza y ella cuando la vio exclamó: _"¡Ay, un melocotón, tíralo por ahí y que no te vea nadie! Yo no entendía nada, pero en mi cabeza sobrevivió la idea de que no había hecho ninguna buena acción. La semana pasada tuve clase de Tecnología de los alimentos, estamos dando las frutas y una de la cosas que nos enseñó el profesor es que, hay ocasiones en las que, para que el fruto sea más grande y de mejor calidad, es bueno arrancar unas cuantas flores. Han tenido que pasar 31 años para lavar mi culpa pero ha merecido la pena la espera.

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